Quizá algunas personas se
acuerden de que hace
un tiempo ver a una persona
en chándal era objeto de miradas
lo cual hoy pasa i
navertido.
E
mpecé a correr
por culpa de mi
timidez y mis nervios,
tuve que demostrarme a
mi mismo que
a pesar de mis complejos, que en mi interior h
abía algo
que no fucionaba. Siempre
corrí en cursas para
divertirme, aunque gané algunas
satisfacciones: era acabarlas, saludar
a los amigos y cómo no,
un café, una pasta y una charlada para comentar siempre
la siguiente semana.
Salimos el martes, yo
no puedo el
jueves, el domingo
hay cursa,
vamos!, yo sí,
cuídate, nos llamamos, etc.
Hice varias
maratones. Con recuerdos diferentes pero no podré olvidar la de la olimpiada del 1992. Quien
lleva corriendo 42
kilómetros y entra por el
túnel del estadio de M
ontjuic y no llora,
si es valiente, que
me lo diga. Cada persona somos diferentes pero cuando se trata de un
maratón nunca desprecies a nadie: da
ánimos, que quien lo recibe es
muy gratificador para el corredor.